Juan López
Por Juan López
Las constantes presiones y chantajes que varios organismos internacionales
(ACNUR, AI, ONU), EE.UU. y algunos países de la Unión Europea (UE) están
ejerciendo contra la Rep. Dominicana (RD) como consecuencia de las graves e
históricas crisis económica, social, política y migratoria que,
desde hace varias décadas, padece la vecina república de Haití,
quedó en franca evidencia, en la pasada semana, con las
coincidentes declaraciones de Amnistía Internacional (AI), un “sorpresivo”
informe del Departamento de Estado de EE.UU y la “diplomática visita” que nos
dispensó el secretario de Estado norteamericano, Mr. Antony Blinker:
Todos ellos empujan y presionan en una misma dirección y objetivo:
Acorralar a RD para que acepte sin chistar la masiva migración haitiana,
cualesquiera que sean sus condiciones, con o sin documentos, aunque sea en
violación de la Constitución y leyes dominicanas.
Todos ellos coinciden en pretender imponer que la RD asuma más compromisos,
acciones solidarias y acepte a miles de haitianos indocumentados,
incluyendo un infausto “centro de refugiados”; para lo cual sería preciso
violentar nuestra ley de migración, la autodeterminación y soberanía nacional que hemos
logrado, en base a luchas, sacrificios, dolor y mucha sangre derramada de
nuestros héroes y mártires de las gestas patrióticas de la Independencia
Nacional (1844) y de la Restauración de la Independencia (1863) que nos legaron
nuestros preclaros patricios Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.
Para ACNUR, AI, UE y EE.UU. hay que defender a la masiva migración haitiana
de las políticas y actitudes que en RD se practican contra los “apátridas
descendientes de haitianos”. Supuestamente, en RD se implementa una
política pública racista, discriminatoria y de exclusión y se les da un trato
vejatorio a los inmigrantes haitianos, explotándolos como trabajadores.
¡Cuántas falsedades en esas injustas acusaciones contra RD!
Esos “defensores de pacotillas” de la masiva migración haitiana no toman en
cuenta la permanente acción de la mano solidaria y humanitaria que la RD
ofrece, cada año, a los haitianos en servicios gratuitos de salud y atenciones
a miles de sus parturientas, educación pre-universitaria y universitaria
a miles de niños y jóvenes haitianos así como los millares de trabajadores
haitianos que, mensualmente, pueden remesar cientos de millones de dólares a su
país como resultados de los salarios que, por sus labores, se les paga en RD.
Para esas cosas, ¡Nuestros chantajistas son ciegos, sordos y mudos!
Tampoco toman en cuenta el peligro que representa para la RD las frecuentes
fugas de miles de presos de las cárceles haitianas, los
inmigrantes haitianos indocumentados y el peligro que ambas situaciones
significan en el incremento de la inseguridad ciudadana y violencia que afectan
directamente la paz social que construye y se merece el pueblo dominicano.
Esos hipócritas “defensores” de los inmigrantes haitianos indocumentados
tampoco valoran el constante peligro que representa para el sosiego dominicano
el narcotráfico y contrabando que, en auge y sin controles, pululan en Haití.
Aquí debemos seguir aplicando la solidaridad humana hasta
donde las condiciones económicas, sociales y políticas nos lo permitan. Estamos
obligados a implementar nuestras leyes migratorias ¡sin cometer abusos y
respetando los derechos humanos de todos los inmigrantes, documentados o no!
No obstante, la ONU, OEA, UE, EE.UU, Canadá y otras organizaciones de la
comunidad internacional (ONGs) tienen que ser justos y respetuosos de nuestros
derechos. También tienen que dejar de “amagar” y acudir en prontas y serias
ayudas económicas, técnicas, alimentarias y políticas para pacificar y
solucionar la ingobernabilidad política y la miseria que padece el pueblo
haitiano por irresponsabilidades y ambiciones de sus élites económicas,
sociales y políticas.
Por nuestra historia, y claras diferencias culturales, por soberanía
nacional y por el derecho a la autodeterminación y libre albedrío a los que
tenemos derecho; el pueblo y gobierno dominicanos están obligados a rechazar
las abusadoras intromisiones de esos “hipócritas defensores de los
haitianos”. Tenemos que aunar esfuerzos para proclamar a los cuatro
vientos las denuncias de las sucias campañas contra RD. Vamos a detener sus
vulgares chantajes y a levantar con orgullo nuestra gloriosa bandera tricolor.
Es imperativo defender la soberanía nacional con la razón, la verdad
y la firmeza patriótica que caracterizan al pueblo dominicano.
¡Simplemente, hacernos respetar!